Me levanto hoy con una fuerza poderosa:
La invocación de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la fe en las tres Divinas Personas y la confesión de la de la Unidad del Creador del universo.
Me levanto hoy con la fuerza del nacimiento de Jesucristo en Belén de Judá, hijo de María siempre Virgen, con la fuerza de su bautismo, la fuerza de su crucifixión y su santo sepulcro, la fuerza de su Resurrección y Ascensión a los cielos y con la fuerza de su retorno para el juicio final, en la Parusía, para hacer justicia.
Me levanto hoy con la fuerza del amor de los querubines, de la obediencia de los Santos ángeles y del servicio de los arcángeles; con la fuerza de que mi esperanza en la Resurrección hallará recompensa, y con la fuerza de las oraciones de los patriarcas, las predicciones de los profetas, la predicación de los santos apóstoles, la fe de los santos mártires, la inocencia de las santas vírgenes, y las buenas obras de los confesores de la fe.
Me levanto hoy con la fuerza del amor maternal y de la pureza virginal de María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo.
Me levanto hoy con la fuerza del poder del cielo, de la luz del sol, del brillo de la luna y de los demás astros, del resplandor del fuego, la velocidad del rayo, la rapidez y ligereza del viento, la profundidad de los mares, la estabilidad y firmeza de la tierra y de la solidez de la roca.
Me levanto hoy con la fuerza de la Santísima Trinidad, que me guía durante mi peregrinación en la tierra, del poder de Dios que me sostiene, de la sabiduría de Dios que me guía, de la mirada de Dios que me previene, de la atención de Dios que me escucha, de la palabra de Dios que habla por mí, de la mano de Dios que me guarda, del camino de Dios para recibir mis pasos, del escudo de Dios que me protege, y de las legiones de los Santos ángeles de Dios que me salvan de las trampas de los demonios, de las tentaciones de los vicios, y de todos aquellos que me deseen el mal, lejanos o cercanos, estando yo sólo o entre la multitud.
Invoco en este día a todas estas fuerzas poderosas del bien, que están entre mí y el maligno, contra los despiadados poderes infernales, que se opongan a la salud de mi cuerpo y de mi alma, contra los conjuros de los falsos profetas, contra las leyes negras de los paganos, contra las leyes falsas de los herejes, contra las malas obras y fetiches de la idolatría, contra los conjuros de brujas, brujos y hechiceros, y contra cualquier conocimiento ocultista o esotérico que dañe el cuerpo y el alma.
Invoco al Espíritu Santo contra los poderes de la magia negra, roja y verde y contra cualquier maldición dicha en mi contra, con el deseo de bloquear mi mente o demás facultades de mi alma.
Invoco a Jesucristo Dios y hombre verdadero, para que me proteja hoy contra venenos, quemaduras, asfixias y heridas, de modo que yo pueda alcanzar su recompensa en abundancia, que Él ha ganado con los méritos de su pasión, muerte en la cruz y su resurrección.
Cristo está conmigo: ¿quién contra mí? Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mi, Cristo sobre mí, Cristo debajo de mi, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo alrededor de mi, Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en la profundidad, Cristo en el corazón y en la mente de cada persona que piense en mi, Cristo en la boca de todos los que hablen de mi, Cristo en todo ojo que me mire, Cristo en todo oído que me escuche.
Me levanto hoy con una fuerza espiritual poderosa: la invocación de la Santísima Trinidad, la fe en las tres divinas personas y la confesión de la unidad del Creador del universo.
Del Señor es la salvación, de Cristo es la salvación. Que tu salvación, Señor, esté siempre con nosotros.
Amén.