Armadura

Me conforto en el Señor y en la fuerza de su Poder, me visto de la armadura de Dios para poder resistir a las insidias del diablo.

No es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires.

Tomo la Armadura de Dios para poder resistir el día malo, y vencido todo me mantenga firme.

Debo estar alerta, ciño mi lomo con la verdad, me revisto con la coraza de la justicia, calzo mis pies prontos para anunciar el evangelio de la paz, embrazo el escudo de la fe en todo momento, para poder apagar los encendidos dardos del maligno.

Me pongo el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo en espíritu, y velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos y por mí, para que al abrir mi boca se me conceda la palabra para dar a conocer con franqueza
el misterio del Evangelio del que soy embajador encadenado, para anunciarlo con toda libertad y hablar de él, como conviene.

Amén.